COMPAÑERAS/OS PARLAMENTARIOS, SEÑORAS Y SEÑORES:
Buenos días a todas/os:
En opinión de NAFARROA BAI el día de hoy es una buena ocasión para recordar que el Parlamento de Navarra en vez de reiterar y repetir homenajes y conmemoraciones, debe afanarse más en los graves quehaceres y trabajos que tiene delante. La grave situación y crisis en que estamos inmersos nos debe impulsar a realizar un trabajo cada vez más eficaz. Navarra está llegando al umbral emblemático de los 40.000 parados/as y los diagnósticos y soluciones de hasta ahora ya se han quedado obsoletos. Es en esas cuestiones, donde hemos de fijar nuestra primera preocupación y quehacer.
La primera responsabilidad democrática de este Parlamento de Navarra y de los que formamos parte del mismo es superar las carencias que tiene la convivencia en esta nuestra sociedad. Mientras subsistan la violencia y la exclusión en la sociedad de Navarra, mientras no seamos todos iguales en derechos ante la ley y ante la sociedad, mientras no se halle en este parlamento la representación completa de toda la sociedad navarra, no somos aún una democracia madura y completa y así lo declaramos.
Es más lamentable aún sin embargo, que en la política de Navarra haya quién trata de poner condiciones, obstáculos, impedimentos y excusas al diálogo político. Resulta rechazable y ridículo desde el punto de vista de la democracia el pretender restringir el diálogo político en el siglo XXI. Nunca se le pudieron poner puertas al campo; hoy día no se ls pueden poner fronteras a Internet. Y es que en Navarra, la democracia tiene aún muchos caminos que roturar y abrir.
El denominado Parlamento Foral, que se reunió por primera vez el 13 de Abril de 1979, adolecía también de serías deficiencias democráticas. La primera, su propio origen y base jurídico-política y el haber sido convocada su elección por medio del Real Decreto de 26 de enero de 1979, promovido por el ministro neo-franquista Martín Villa. Por lo tanto, no tuvo lugar en términos rigurosos ninguna recuperación de derechos históricos, que hubieran sido perdidos o usurpados; no se llevó a efecto en verdad ninguna reintegración foral, utilizando los términos que en aquel tiempo, hace ahora 30 años, eran habituales. Términos, que evocaban reivindicaciones históricas, como la simbolizada por Sagaseta de Ilurdoz, el último síndico de las Cortes Estamentales de Navarra, que fue desterrado de Navarra de por vida por el Centralismo .
La segunda deficiencia importante del Parlamento Foral proviene sin embargo de su propia actuación. Efectivamente las dos principales resoluciones que adoptó en el ámbito de la institucionalización o renovación de estructuras políticas quedaron incumplidas en buena parte. Son aquellas resoluciones políticas que se refieren al status autonómico de Navarra:
- Una, las Bases de reintegración y amejoramiento de los fueros o derechos históricos.
- Y la segunda resolución, también en el mismo ámbito de la institucionalización democrática, referente a la resolución del Parlamento foral de que el euskara debía declararse patrimonio común de todos los navarros y lengua co-oficial en todo el territorio. Pero esta segunda base, aunque resultó aprobada por mayoría absoluta –con los votos de todos los parlamentarios nacionalistas, socialistas, progresistas y de izquiedas- no resultó cumplida en el Amejoramiento. Y para que no fuese cumplida se recurrió a determinados sabotajes, que aún no han sido esclarecidos. Base de democratización, que sigue pendiente de cumplimiento.
Como breve reflexión no podemos dejar de recordar que la única modernización democrática que pueden tener los derechos históricos o fueros no es otra que la del derecho a decidir.
Han pasado 30 años y el Amejoramiento surgido del llamado Parlamento Foral, el cual en realidad es el Estatuto de Autonomía de Navarra, ha quedado anticuado en muchos términos. Desde entonces han sucedido hechos trascendentales, como son el ingreso en la Unión Europea, los problemas y cuestiones que hemos mantenido con el poder central y ahora, en los últimos tiempos el efecto terrible de la crisis estructural. El Estatuto de Autonomía de Navarra precisa de profundas transformaciones. Tales transformaciones no dimanan solamente de las carencias o limitaciones de su origen, sino sobre todo del deber de responder mejor a los grandes problemas y necesidades que tienen hoy día los ciudadanos/as.
El pueblo y los ciudadanos/as de Navarra nos demandan soluciones y trabajo mucho más que celebraciones. Los navarros/as desean que los políticos seamos capaces de arreglar los problemas, que seamos capaces de dialogar, debatir y acordar soluciones. Lo que los ciudadanos/as quieren y nos reclaman a los políticos es que erradiquemos de raíz todo indicio de corrupción y que tomemos en consideración y prioricemos a los más necesitados de la sociedad.
Efectivamente, los ciudadanos/as de Navarra necesitan y nos reclaman mucho más que estas celebraciones la profundización en la demacración, la igualdad social, la paz y el diálogo político sin exclusiones. No es posible cerrar las puertas al diálogo político en el siglo XXI, no es posible poner obstáculos a la pluralidad de Navarra. Lo retrógrado y perjudicial es el dogmatismo y la exclusión.
En la Navarra del futuro cabemos gentes de todas las razas, lenguas, pensamientos, religiones y actitudes diferentes. En igualdad, en paz y en libertad. Sin exclusiones. Por ello no podemos nunca olvidar a los que más han sufrido y sufren. Los que sufren son y serán los testigos y la garantía del futuro de la sociedad.