Aitor pescador medrano
Diario Noticias 2007ko Maiatzaren 19a
Y no precisamente en blanco ni nulo. A fuerza de ser sinceros debo decir que llevo años sin hacerlo por diferentes motivos, unas veces políticos y otras personales. Pero en esta ocasión creo que Navarra se merece el sacrificio de parte de mis ideas políticas porque, simplemente, la Navarra con la que yo sueño se está muriendo.
Llevo viviendo aquí desde 1987. Durante estos años he visto pasar por el Gobierno a los socialistas y a la derecha más rancia de todo el Estado español y, ¿qué quieren que les diga? Tengo ganas de ver a otros trabajar en primera línea por Navarra.
Los que han estado ya me han demostrado cómo lo hacen. El PSN, con sus casos de corrupción, con el increíble récord de dos presidentes destituidos (Urralburu y Otano), y posteriormente con un partido oportunista, plagado de rancios progresistas, que nada tienen que ver con el socialismo catalán, por ejemplo.
Además, no puedo decir que el PSN me dé ninguna seguridad. El encabronamiento que les va a producir darse cuenta de que la pérdida de votos es consecuencia directa de haber sido una sucursal light de UPN puede provocar en ellos la mayor de las locuras, incluyendo pactos con la derecha. Si a eso le añadimos los lengua de serpiente que hay dentro de dicho partido trabajando afanosamente para la mano que realmente les da de comer, sólo se puede concluir que la actitud del PSN será un enigma hasta el final.
En cuanto a UPN, parece que mucha gente ha olvidado que llegó al Gobierno tras un golpe de Estado encubierto. Aquello fue una sucia maniobra en contra del PSN por haber pactado con la CAV el famoso órgano común. Aunque parezca extraño, el escándalo sólo salpicó a los socialistas, cuando está más que demostrado que UPN utilizó la información que poseía sobre la corrupción para sus fines políticos pero sin denunciarlo, como era su obligación.
Con estos precedentes, lo que se puede decir de los Gobiernos de UPN es que se han visto caracterizados por el amiguismo, la corrupción, la desintegración de las infraestructuras públicas y la vergonzosa e increíble invención-amenaza de los vecinos invasores , consiguiendo que Navarra haya alcanzado la denominación más triste de su historia... no la de Reyno, no, la de Cortijo .
Sobre Yolanda Barcina poco puedo decir que no se haya dicho ya. Tal vez advertiría al votante indeciso de Iruñea sobre cierto asunto, y es que resulta muy preocupante que un cargo público diga: "Estoy segura de que San Fermín está satisfecho" (lo dijo tras pisotear la voluntad del encargado de lanzar el chupinazo de las fiestas de San Fermín).
En primer lugar, parecería sospechoso para cualquier persona normal que alguien dé a entender que mantiene contactos con ciertas santidades residentes en la estratosfera, pero la sospecha desaparece y se convierte en pánico cuando el santo del que habla nuestra querida alcaldesa sólo existe en los corazones de los amantes de la fiesta, puesto que San Fermín no es una realidad histórica. Hablar con santos puede parecer preocupante, pero hacerlo con aquéllos que no existieron...
La triste conclusión de estos veinte años de historia de Navarra es que siempre se ha preferido, sobre todo desde Madrid, tener en la presidencia del gobierno a un chorizo antes que a un abertzale.
Mucha gente ha tragado con ruedas de molino con la excusa de que estos políticos, pese a llenarse los bolsillos y los de sus amigos, llevaban a cabo la gran labor de frenar en Navarra el avance de la invasión vascongada; manteniendo así una Navarra diferenciada y fuera del proyecto anexionista vasco, que no del español, al parecer menos invasivo pese a la conquista de 1512 y de haberse cargado la mayoría de las instituciones históricas del Reino.
En cuanto a la izquierda abertzale, pues qué puedo decir. Sufren las consecuencias de vivir en un estado de excepción. Su situación es vergonzosa y demuestra bien a las claras que en el estado español no hay libertad de pensamiento. Reconocer esta brutal realidad no supone doblegarse a ella, pero en estos momentos creo que en Navarra somos muchos los que tenemos la necesidad de cambiar. Los años pasan y la gente se acostumbra a lo conocido. De seguir en posturas que nos alejan de la realidad nos convertiremos en fantasmas y la Navarra con la que soñamos en una triste entelequia. Hace unos días un amigo me recordaba el famoso teorema de la alubia . Es muy simple, hay mucha gente de la izquierda abertzale que se niega a ceder su alubia, su voto, porque no se lo pueden dar a quien quieren y aquellos que se lo piden no les infunden confianza. Está en lo cierto mi amigo, es su voto y tienen todo el derecho del mundo a guardárselo. Que alguien te lo pida a sabiendas de que tú no lo puedes usar por una injusticia puede resultar ofensivo, un robo encubierto. Pero cuando tu alubia sirve para hacerle el caldo gordo a otros que precisamente van a acabar con tu plantación de alubias es el momento de sacrificar lo tuyo por el bien de todos. Además, ¿por qué no ceder en lo de las alubias si se ha cedido, por ejemplo, en reconocer a Navarra y al País Vasco como entidades autonómicas (Otegui dixit ) pertenecientes al Estado español?
Poco más puedo decir, el día 27 de mayo votaré por primera vez después de mucho tiempo sin hacerlo. Lo haré con ganas, con emoción, como metiéndole un gol al equipo contrario, porque creo que Navarra lo necesita.
Tenemos a ANV y a NaBai, ambas son buenas opciones, aunque la primera parte con la desventaja de no poder presentarse libremente en todos los sitios. Que cada cual decida su voto. Lo mejor que nos puede ocurrir es que ganemos estas elecciones y se le demuestre a aquella ciudadanía navarra que nos mira con recelo de lo que somos capaces en realidad. Después, con el tiempo, ya vendrán las discusiones sobre qué quieren ser los navarros y qué no quieren ser.