Olentzaro: un nuevo tiempo llegará a la vieja Iruña
 
   
 

Por Aritz Romeo, concejal de Nafarroa Bai en Iruñea


2010-12-27


Finalmente Olentzero llegó a toda Iruñea. Pese a todo, el empuje vecinal consiguió vencer a la locura de la sinrazón y facilitó que un año más se mantuviera la vieja tradición de nuestra tierra. Lo que movió a las vecinas y vecinos no fue sino el fin altruísta de sacar adelante a nuestra vieja Iruña en su aspecto tanto cultural como de revitalización de la vida de los barrios, esos entes olvidados por la correción burocrática del Equipo de Desgobierno de Barcina.


Y Olentzero recorrió Pamplona venciendo a la contínua obsesión de Barcina y UPN por querer crear polémicas estériles en torno a elementos de la cultura popular de nuestra ciudad, y en este caso, por la época del año que estamos, tocaba los Olentzeros de los Barrios.


Toda una lección de ciudadanía y civismo la que nos han dado las vecinas y vecinos de Iruñea. El mensaje, que debería ser entendido por todos y todas ha sido claro: el Olentzero no es una manifestación. Así, han demostrado que la cultura nace de la calle, se alimenta de la calle y crece y se mantiene, trasformada por la sociedad de la que se nutre, gracias a la calle. Pamploneses y pamplonesas anónimas han sido capaces de tomar la iniciativa para que Olentzero recorriera nuestras calles pregonando la buena nueva vinculada al solsticio invernal, el anuncio de que un nuevo tiempo llegará a nuestra ciudad. Olentzaroa. Tiempo de prosperidad, al menos en cuanto a iniciativa vecinal, a revolución cultural a una nueva forma de concebir la Vieja Iruñea que parta del respeto a lo que somos, de la comprensión de nuestra gente, de la profunda vivencia de nuestra cultura y de nuestras costumbres.


Necesitamos hacer de Iruñea una ciudad moderna y abierta al mundo, y para ello la promoción de la cultura como elemento de libertad y como elemento de expresión humana es algo básico. Por eso sobran sanciones, multas y criminalizaciones de actividades culturales; sobran actitudes restrictivas en la Policía Municipal, sobran ordenanzas cívicas y faltan altura de miras hacia una ciudad más abierta y participativa.


Olentzero, esa nueva etapa, dejará lejos actitudes arbitrarias e injustas como las que han vuelto a suceder el día de Nochebuena: Retrasar la resolución hasta la misma víspera del acto, pese a que el TAN advirtió de la necesidad de resolver con tiempo suficiente. Prohibir la llegada del Olentzero alegando que son actos políticos, pese a que la propia Delegada del Gobierno se ha declarado incompetente para dar las autorizaciones, precisamente por no ser actos políticos, sino culturales. Calumniar a todo un barrio diciendo que se realiza enaltecimiento al terrorismo porque unos pocos portan fotos de presos, cuando la mismísima Audiencia Nacional ha dejado sentado en reiterada jurisprudencia que exhibir fotos de presos no es delito. Prohibir los desfiles de los Olentzeros en resoluciones rayanas la arbitrariedad. Incumplir las ordenanzas municipales cerrando colegios públicos antes de la hora establecida para evitar que los niños y los aitatxos y amatxos del centro reciban al Olentzero en su interior. Enviar a la Policía Municipal a hacer de ariete, obligándoles a realizar funciones de policía política de Barcina, obligándoles a identificar y denunciar a pamplonesas y pamploneses por cumplir con nuestras tradiciones. Salir ante la prensa intentando mezclar a organizaciones culturales, apymas, vecinos y músicos con el terrorismo.


Todas esas actitudes que se han vivido durante doce años, han traspasado la barrena de la arbitrariedad. Han traspasado la barrera de la "alcaldada". Han traspasado la barrera del fascismo. Han traspasado la barrera de la injusticia. Han traspasado la barrera de la legalidad vigente. Han traspasado la barrera del respeto a una Ciudad, Pamplona, a su pueblo y a sus tradiciones ancestrales. Todas esas actitudes son, más que todo eso, simplemente, actuaciones, formas y procedimientos que denotan que quien aún ocupa el sillón principal del Salón de Plenos del Ayuntamiento está acabada, agotada, sin ideas, nerviosa y desquiciada por la obsesión enfermiza contra todo lo que fue, será y, pese a quien gobierna, sigue siendo la milenaria Ciudad del Runa.


Pero todo eso ya es pasado. Porque si la magia de Olentzero consiguió que la ciudadanía se abriera camino esta Nochebuena, fue precisamente porque Olentzaro tenía algo que anunciar a la Vieja Iruñea: que un nuevo tiempo va a llegar dejando atrás 12 ominosos años de desgobierno en la ciudad. Y será un tiempo de diálogo, convivencia y paz. Urte berri on!